Texto publicado originalmente en Agenda Pública, el 20 de abril de 2022, aquí.
Las elecciones legislativas colombianas del pasado 13 de marzo anunciaron una reconfiguración de las fuerzas políticas y depuraron la baraja de candidatos presidenciales. La campaña presidencial, que ahora sí arranca en forma, parece será una carrera entre los candidatos de izquierda, Gustavo Petro, y derecha, Federico Gutiérrez. Tras la jornada, flotan en el aire acusaciones de fraude que pueden salpicar la contienda presidencial.
El nuevo Congreso
En el nuevo legislativo conviven señales de cambio y de continuidad: entra con fuerza la izquierda, aparecen unas curules transitorias de paz (cuya creación fue parte del acuerdo de paz con las antiguas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC), se estanca el partido baluarte de la derecha y reafirman su vitalidad los dos partidos tradicionales.
Empecemos por los buenos resultados de la izquierda. Por primera vez en la historia de Colombia, la izquierda, encarnada en el Pacto Histórico (PH), logra una de las bancadas mayoritarias y además, paritaria. El PH, coalición que apoya la candidatura de Petro a la presidencia, barrió en el Senado, donde se espera obtenga 19 de 100 curules, y quedó de segundo en la Cámara de Representantes, donde parece obtendrá 25 de 165 curules (superado solo por el Partido Liberal).
A este cambio se suma que la Cámara de Representantes contará con 16 curules adicionales, pensadas para dar representación en el legislativo a víctimas provenientes de zonas particularmente afectadas por el conflicto interno colombiano. Aunque algunas de las curules quedaron en manos de candidatos cuestionados, que pertenecen a la clase política tradicional o que no son víctimas, varias sí corresponden a liderazgos sociales y de base. Será importante observar el impacto de estos nuevos perfiles en el legislativo. De hecho, recientemente nueve de estos representantes anunciaron un acuerdo con la bancada del PH.
Otra novedad a resaltar fue el retroceso del partido de gobierno, el Centro Democratico. De ser el partido con la bancada más numerosa en el Congreso, pasará a un distante cuarto (o quinto) plano. Continuará siendo una fuerza significativa, pero pierde peso frente a la izquierda y a los dos partidos tradicionales, Liberal y Conservador,los cuales salieron fortalecidos de estas elecciones. Junto con el PH, los liberales y los conservadores estarán entre las agrupaciones con más curules. Aunque en las últimas décadas pareció, por momentos, que estos dos partidos estuvieron a punto de convertirse en minoritarios, este resultado deja claro que su estructura y su músculo serán decisivos para lograr resultados en el Congreso.
Se configura así un legislativo fragmentado, donde ninguna agrupación tiene mayoría. En otras palabras, quien quiera que gane la presidencia tendrá que construir coaliciones variopintas para poder gobernar.
¿Qué pistas dan las consultas sobre las elecciones presidenciales?
El mismo día de las elecciones legislativas, los colombianos también votaron por las consultas interpartidistas (primarias). De las tres consultas, la más votada fue la de la izquierda, resultado que junto con la victoria del PH en el Congreso, reafirma la reconfiguración de fuerzas en el electorado. Allí salió victorioso Petro y quedó de segunda, con un excelente resultado, la lideresa afro Francia Marquez. Juntos serán fórmula presidencial.
La consulta de la derecha decantó como candidato de su coalición a Federico Gutiérrez, exalcalde de Medellín. Gutiérrez se perfila como el contendor con mayores posibilidades de derrotar a Petro quien, como claro aventajado, se ha convertido en el candidato a vencer y el pivote de la contienda. Las semanas que vienen, la lucha de ambos será por conquistar a los votantes de centro. En cuanto a la consulta del centro, esta fue la menos votada de las tres y la más fragmentada. El candidato ganador de esta consulta, Sergio Fajardo, se disputa el tercer lugar con el independiente Rodolfo Hernández. Parece difícil que alguno de estos dos logre remontar para desbancar a Gutiérrez y ganarse un lugar en la segunda vuelta.
¿Fraude? La Registraduría alimenta una crisis electoral
La jornada electoral se vio enlodada por acusaciones de fraude en el proceso de conteo de votos al Senado, acusaciones que han puesto en entredicho la integridad de las elecciones legislativas y podrían amenazar las presidenciales. Una discrepancia entre los resultados preliminares que se anunciaron el día de las elecciones y los números que se han ido conociendo a medida que avanza el conteo de los votos alimentan una crisis, agravada por el mal manejo que el Registrador Alexander Vega le ha dado a la coyuntura.
Las diferencias entre las cifras de preconteo anunciadas el día de las elecciones y las anunciadas en la etapa posterior del conteo oficial (conocida como escrutinio) han beneficiado sobretodo al Pacto Histórico. Hoy, cuando el escrutinio todavía no ha finalizado, parece que el PH tendrá 19 o 20 curules en el Senado, cifra más alta que las 15 que se proyectaron basados en cifras preliminares. Hasta el momento, no hay evidencia de fraude sistemático según la Misión de Observación Electoral (organización especializada de la sociedad civil). Lo que abundan son preguntas sin respuestas por parte de la Registraduría, entidad responsable de organizar las elecciones. Hay quejas sobre la capacitación de los jurados, indicios de problemas con el diseño de los formularios de conteo de votos y, tal vez, con la transmisión de los resultados preliminares.
En semanas recientes, tanto el PH como el Centro Democrático han atizado el fantasma del fraude en diferentes momentos, levantando un manto de duda sobre la legitimidad de las elecciones. Desafortunadamente, el Registrador Alexander Vega, en vez de calmar las aguas, las ha crispado más con sus salidas en falso. Ante las acusaciones de fraude, Vega, “solicitó” un reconteo general de la votación al Senado; opción que no no existe en el marco legal vigente, pues el registrador no está en capacidad de solicitarlo ante la ley, y este no tiene antecedentes. Al pedirlo, desconoció el procedimiento existente para tramitar reclamos y alimentó dudas sobre su idoneidad y neutralidad. Vega tuvo que recular y retirar esta solicitud cuando esta no encontró eco entre los partidos políticos. El daño, no obstante, ya estaba hecho.
Un paso en falso más: el Registrador no asistió personalmente al debate de control político al que se le citó en el Congreso a principios de abril. Más bien, pidió procesar penalmente a miles de jurados electorales, a quienes acusa de realizar fraude electoral. En Colombia los jurados electorales somos ciudadanos y ciudadanas seleccionados y capacitados por la misma Registraduría para cumplir estas funciones. En vez de buscar una auditoría independiente y técnica para identificar y solucionar los errores y/o para detectar donde sucedió el fraude–si es que lo hubo–, el Registrador parece empeñado en montar cortinas de humo. El problema grave es que al hacerlo, parece estar priorizando su supervivencia política, en vez de generar confianza y promover transparencia. Contribuye con ello a un ambiente en el que la ciudadanía y algunos partidos cuestionan cada vez más la legitimidad del Congreso y del proceso electoral. Con dos vueltas presidenciales por delante, y en medio de una campaña polarizada donde varios partidos se preparan para disputar los resultados y alegar fraude, el comportamiento de Vega puede tener un costo alto para la democracia colombiana.